Todos
somos hojas de un mismo árbol…
Latidos
de un mismo corazón
que
late a golpes perfectos de sangre.
Hojas
caducas que en otoño
caen en
el abandono preciso del sueño,
empujadas
brutalmente
por los
brazos desnudos del olvido.
Esquelas
luctuosas perfectamente enmarcadas
en el
archivo electrónico de un periódico de pueblo.
Viento que
nace en el ombligo del sur
condenado
a no levantar el vuelo.
Un
grito desgarrado que cada tarde
oculto
entre las sombras de la anorexia,
se
pierde en las esquinas
de un llanto pasajero.
Todos somos hojas de un
mismo árbol…
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