El brillo casi apagado del verde mar
de tu mirada
se reflejó en el cristal pulido
de un espejo
desnudo de sentimientos
devolviéndote
envuelta en el ángulo muerto
de una sonrisa sin alma
los ojos cerrados
de un pasado de amarga soledad.
Preso de rabia y dolor
desnudaste el vientre caduco
de un viejo almanaque
y atado
a los negros cabellos de la noche
contra el rostro del tiempo tiraste el reloj.