Condenado
a cadenas perpetúa por la mágica
sensualidad,
que sobre
mis manos derrama
el
manantial inagotable de tus caricias,
cada
madrugada, me despierta la lluvia eterna
de tus
recuerdos
y eleva
mis deseos de amarte
a un lugar donde los sueños, duermen
a un lugar donde los sueños, duermen
abandonados
entre las pestañas rebeldes
de un
suspiro laico,
que
adorna con los lunares de sus volantes
las
nalgas de la primavera...
Eleva mis
deseos de amarte, a un estado alterado
de
conciencia donde: el eco sin voz de tu mirada
se pierde
entre las cuatro paredes
de un
corazón de piedra
y mis
manos vacías de calor, se abrazan
desesperadamente
a los
labios inquisidores de un adiós sin retorno...