Brilla
el sol en tu mirada y en tus labios
como
hojas de laurel
que
a la tarde corona, una sonrisa
se
hace canción…
El
aire, escondido entre los ángulos
de
vértigo
que
conforman tus caderas, se ciñe
en
un fuerte abrazo
a
la suave redondez de tu cintura
y
con los ojos encendidos
sueña con ser tu amante, sueña…
Esclava
de la siesta y del café, la tarde
alarga
su
sombra gris entre los naranjos
y
en un ataque
de
celos, en el horizonte llorando se pierde…
Como
la sonrisa de un atardecer
dormido
oculta
tras la mirada inocente
del
sueño
un
rosario de besos inacabados.
La
siesta sobre una almohada
de
luces
sujeta
entre sus brazos
de
un vago recuerdo el calor.
Mientras
que las sombras alargadas
y
oscuras
sostienen
sobre sus rodillas
las
leves caricias
de
una luz que apenas si mirar puede.