Hoy, mi querida amiga, necesito más que nunca
que me des tu mano
para caminar juntos por las orillas del sueño
que nos libere de los prejuicios de humo
que invaden con su estrategia de pensamiento único
la vida cotidiana de esta sociedad
que cada amanecer se ahoga en las aguas turbulentas
de un río de soledades.
Necesito que me des tu mano, para saltarnos en rojo
todos los semáforos,
que regulan con su gesto insolente y restrictivo
la moral impuesta
(a través de sublimes mensajes)
por los invasores de las conciencias colectivas,
que lo único que pretenden
es seguir dominando a los demás, por los siglos de los
siglos.
Hoy, mi querida amiga, necesito más que nunca
que me des tu mano…