Para no caer tristemente abandonado
en los brazos de la depresión…
La mejor solución es abandonar
tu cuerpo
entre las dulces caricias de unas manos
que a enamorase jueguen.
Abandonar tu cuerpo
para sentir en lo más hondo del silencio
el dulce alivio
que te lleva casi en volandas
a la eterna locura que deja en ridículo
a todos los que quieren
controlar desde la inmensa soledad
de un despacho
las leyes naturales que manan
de los corazones generosos que cada día
mueren
ante tantas: injusticias, guerras y hambre…