Con los recuerdos derramados sobre una alfombra
envejecida por el
tiempo
y los sentimientos navegando sin rumbo fijo
por ese mar de dudas
donde todos nos sentimos como náufragos perdidos
en la mitad de un sueño…
Contemplamos con la mirada casi perdida
en el vientre de la soledad,
esa puesta de sol que anuncia nuestro propio ocaso
y nos preguntamos
si mereció la pena renunciar a nuestro gran amor
por el ¿qué dirán?
de los que esconden sus prejuicios (y mala leche)
bajo un barniz
de hipocresía y falsos valores de moralidad.