En tus
ojos de cielo azul, como la falda
que
egoísta cubre la cálida
redondez
de tus rodillas,
cada mañana
busco
el calor
de una
caricia, que juguetona
se
esconde
entre
las páginas descoloridas
de un
viejo libro,
o en
los empujones de un viejo autobús
que
jadeante descansa
bajo la
sombra de un semáforo.
En tus
ojos de cielo azul, cada mañana
busco
el calor de un beso.
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