Derramando tus lágrimas de sal,
sobre el vestido de seda
que cubre de negro luto las
nalgas de la madrugada…
Desnudas con tus dedos de cristal
la mágica inocencia de una rima curiosa
que al esconder juega
entre los rizos de un tirabuzón rebelde,
que quiere besar tu boca y dormir eternamente
en el canal generoso que nace
entre tus senos.
Derramando tus lagrimas de sal, sobre el vestido de
seda
que cubre de negro luto las nalgas de la madrugada…
Cada noche mueres
en la infinita soledad de una alameda desnuda de
caricias
donde habitan sin papeles, los parientes de la
higuera
y el manzano.
Derramando tus lagrimas de sal, sobre el vestido de
seda
que cubre de negro luto las nalgas de la madrugada…
Cada amanecer ahogas tu llanto
en los recuerdos de una caricia inalámbrica
que al igual que la lluvia,
besa humildemente el acerado empobrecido de las
calles.
Cada madrugada sueñas
con el primer beso de amor, que olvidar jamás
supiste…