Preso
de las llamas que en tus ojos nacen
como
lava
incandescente
de un volcán en erupción…
El Sol
dibuja
cada tarde sobre un lienzo de cristal
un beso
de
limón encendido envidia de un Van Gogh.
Conmovido
por la
escena surrealista digna de un Dalí
o del
Neruda de estravagario,
desde
la cúspide de mi humilde atalaya
de
bohemio empedernido
contemplo
con cierta envidia, la ironía egoísta
de la
mente creadora
y en un
arrebato de ira me pierdo en los infiernos.
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