Debajo
de la falda color turquesa
que
cubre tus muslos
desde
el nacimiento de las caderas
hasta
la
suave redondez de tus rodillas…
Duerme
cada tarde
el
verde soplo de una pequeña brisa
que se
escapo del mar
para
jugar entre tus piernas
escondido
de la
mirada atrevida del sereno
que
cada noche ronda tu calle.
Celoso,
como el
llanto de un niño cuando reclama
el amor
materno
se ciñe
a la extrema delgadez de tu cintura
y
acaricia tus encantos de mujer
que como
velas encendidas sueñan
con la
ternura de unas manos
que
cada madrugada amando mueran...
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