martes, 3 de octubre de 2023

MENDIGO


 

Entre un montón de viejos cartones arrugados

por la humedad del relente

que en las madrugadas de mayo a dormir invitan…


Un mendigo de pelo largo, barba canosa

y guantes en las manos,

duerme cobijado del frío

entre las negras paredes de un viejo portal.


Desnudo del calor de unas manos inocentes

que cada madrugada mueran

entre los besos robados de un sueño,

o en la mágica inclinación de una caricia

que oculte

su pudor entre los labios de la noche,

cada mañana

acompañado de un viejo perro vagabundo,

desayuna café negro, con churros

que moja lentamente en la boca de la soledad.


Libre de las posesiones que esclavizan y embrutecen

el corazón de los hombres,

en su cara se refleja la ternura de un niño

y la pícara sonrisa del viento cuando atrevido

levanta la falda que cubre las nalgas de la primavera.


En un lento esperezo, el mendigo acaricia con mimo

el húmedo cristal de una botella de vino tinto

y con un gesto de triste melancolía,

se pierde:

entre los grises sombreados de un recuerdo lejano

y la sonrisa

perpetua que nace entre los labios de Gioconda.


Agotando su último aliento el sol, besa con ternura

una lágrima rebelde que nace en los ojos del mendigo

y con un gesto de complicidad,

en el horizonte saludando a la noche cantando se pierde…





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